![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4XIxvexnlT4TITlgIqkzIRQT8WzaTKxg4AiAOg8AEdJX-vpQ3MeLTooSVJMGhHVbclaY3j9U_X0ysIedv98BCpUwZBS5X30WrHiDAPR-G7QTMaAQ3VScQbs8znrgMJvUZCP5lqvHapBA/s200/alkymiafacebook.jpg)
Cuando queremos controlar a una persona cosa o situación, en
realidad lo hacemos porque tenemos miedo a que “se desborde”, a que pierda el
control, o a desbordarnos nosotros, pero ¿y qué pasa cuando lo hacemos de forma
sistemática o desequilibrada? Cuando tenemos una gran necesidad de controlar lo
que sucede en nuestra vida, bien en el trabajo, las relaciones, la sexualidad, las
emociones, en realidad es porque no confiamos, nos dá miedo perder el control y
dejarnos fluir, porque eso supone arriesgarse, no sabemos qué va a ocurrir, y
puede
darnos miedo. Tal vez porque nos anticipamos pensando negativamente o
bien porque han ocurrido hechos que nos han marcado de forma dolorosa y
que no nos permiten confiar, de forma consciente o no consciente.
Intentar establecer el control de forma continua en nuestra
vida, sólo nos dá una falsa sensación de seguridad.
¿Por qué llegamos a portarnos de forma controladora?
Normalmente,
lo hacemos cuando tenemos miedo, inseguridad, cuando hemos recibido demasiado
control por parte de nuestros padres, demasiada exigencia. Es una forma de
defendernos de ellos porque no hemos podido fluir con la vida y sentirnos en
libertad. Y así mismo repetimos los patrones, no siempre hacia otros pero tal
vez sí hacia nosotros mismos, pero si lo hacemos con nosotros, es muy fácil que
acabemos extendiéndolo a nuestras relaciones personales.
¿Cómo podemos cambiar este patrón de comportamiento?
Lo primero que podemos hacer, es hacerlo consciente, por
supuesto, ya es un gran paso. Después reflexionar el alcance que tiene en
nuestra vida, qué áreas ocupa nuestra necesidad de control, empezar a
observarnos, y ver qué nos produce, seguramente sentiremos que nos dá poder,
autoridad, pero tenemos que tener en cuenta que manteniendo esa actitud en las
relaciones podemos dañar a otras personas, y a nosotros indirectamente, porque
si esas personas acceden al control, no les estamos permitiendo ser ellas
mismas, no les permitimos la libertad de expresarse, entonces nuestra relación
no es genuina. En ese momento, es cuando podemos recapacitar en qué momentos de
nuestra vida accedimos a someternos al control de otras personas, reconocerlo y
sentirlo, y ahora que somos conscientes cambiar esa pauta, aprender a confiar,
y vivir libremente.
Escrito por: Elisa Álvarez Vidales
Escrito por: Elisa Álvarez Vidales